martes, 26 de agosto de 2014

REFLEXIÓN, CRECIMIENTO Y CONTINUIDAD

Seguimos trabajando para mejorar la sociedad. Sin embargo ya desde hace meses no publicamos en el blog con la misma intensidad, dado que varios partidos políticos están copiando nuestras propuestas sin hacer referencia alguna al socioliberalismo ni invitarnos a participar.
Esto no quiere decir que no sigamos manteniendo contactos vendiendo nuestro concepto de socioliberalismo, y trabajando en la investigación del concepto y de las herramientas de gestión social aplicables al modelo.


Nuestras propuestas se recogieron en declaraciones y programas de Izquierda Unida, el PSOE y lo último es el "modelo presidencialista" propuesto por el Partido Popular para las alcaldías. Una novedad profunda evidentemente en los planteamientos tradicionales del PP que no sirve de mucho si no va acompañada de otras reformas estructurales internas dentro del partido, que permitan que los militantes sean los verdaderos dueños del partido y no los rehenes de unos pocos barones.

En el PSOE ya lo entendieron y han hecho parte de los deberes abriendo la elección a los militantes. Ahora falta que también abran las oportunidades a los militantes de base que sí tienen propuestas realistas que hacer, pero no se les permite canalizar dichas propuestas directamente a la cúpula, sin pasar por todo el "rodillo de la organización".

Agradecemos la propuesta realizada hace unos meses a la Facultad de CC Políticas de la Universidad Complutense de Madrid para iniciar en internet un debate público acerca del socioliberalismo. Suponemos que el partido político Podemos estará detrás de esta invitación.
Fue declinada porque el proyecto no está preparado todavía para saltar al ruedo político y esperamos poder ofrecer a los españoles en las próximas elecciones autonómicas la posibilidad de conocerlo mejor y de apoyarlo.

A este partido político "Podemos" hay que decirle que a todos nos gustaría conocer el modelo concreto de Estado que proponen así como las propuestas económicas concretas realizables, para poder juzgarlo con objetividad. Decir no a todo o entrar como un elefante en una cacharrería rompiendo todo lo que hay, no sirve. Estamos de acuerdo en que el modelo socio político económico que existe en España actualmente no es válido, está en desmantelamiento. Pero si dejamos caer al Estado sin mantener los cimientos básicos, bien reforzados, lo que se nos cae es el país, y no tenemos capacidad económica para levantarlo por nosotros mismos. Se convertiría el país en una pandereta en manos de terceros y eso es sencillamente inviable. Hay que introducir las modificaciones estructurales profundas con el bisturí de un gran cirujano, pero también conociendo dónde están los límites y calculando las consecuencias.
Y esto, no lo van a hacer ni el PP ni el PSOE porque dicha acción va en contra de sus propia existencia formal.

España tiene mucho margen de acción todavía. Nuestra economía está todavía por desarrollar. Tenemos que corregir muchas variables sociales y económicas que no han funcionado hasta ahora.
Podemos seguir mirando hacia atrás en nuestro modelo actual sin avanzar o por el contrario y es lo que muchos deseamos, podemos mirar hacia el futuro pero sin perder de reojo al pasado.

Nuestra democracia tan joven nos llevó a cometer muchos errores. Errores de diseño social. De diseño político. De diseño de país.

Necesitamos imperiosamente establecer las reglas necesarias para, sin cerrar la puerta atrás, poner una frontera hacia el " nunca jamás" de nuestros errores y que a la vez, nos permita mirar con optimismo hacia adelante y apoyarnos en nuestras propias piernas para tomar impulso.

Necesitamos acabar con la corrupción con realidades como la de crear en la Audiencia Nacional un único juzgado con medios y herramientas suficientes para combatir en exclusiva y con rapidez los casos de corrupción. No se sabe cuánto tiene que esperar el órgano supremo de la judicatura, para reforzar a la jueza Alaya en Andalucía con algunos jóvenes jueces que la ayuden y una docena de funcionarios más para finalizar este escándalo absolutamente vergonzoso a los ojos de cualquier ciudadano de bien.
Aunque esto, será inviable si no existe una verdadera separación de poderes.

Necesitamos una ley que "excepcionalmente" nos permita romper el principio jurídico de inaplicación de la retroactividad de la norma, para que los casos de corrupción, delito fiscal y demás similares en el ordenamiento jurídico NO PRESCRIBAN. Y además tengan carácter retroactivo al año 1990 que se puede considerar como el de inicio de nuestra etapa más negra en materia de corrupción.

Esta es la única manera con la que los españoles podemos empezar de nuevo a construir nuestra sociedad con la confianza de que, mientras tanto, ya sea tarde o temprano, nuestro sistema social sigue persiguiendo a los delincuentes que, entre todos, han asaltado este país, y que han cuasi eliminado la ilusión de los ciudadanos y deformado el concepto social que comenzó a existir con la llegada de la democracia.

Los latinos tenemos que aprender un concepto global que los sajones y germánicos comprenden muy bien porque lo han sufrido durante generaciones en sus carnes: el concepto de LO NUESTRO. Y este valor, lo nuestro, es un valor que no existe en España. Solamente existe el concepto de lo mío.
Nuestra es la obligación de hacer Nuestro, nuestro más preciado valor a parte de la propia vida: NUESTRO GRUPO. El que socialmente nos configura y por el que merece la pena luchar, pelear, discutir y construir. En España nuestro concepto de lo nuestro ha de ser básicamente irrenunciable y prioritario a lo demás, pero ya llegó la hora de que entremos en la definición de este concepto.

Nuestra sociedad tiene que salir reforzada de esta crisis de valores, de instituciones. Principalmente desde la moral, porque ésta nos llevará al camino correcto en la consolidación como sociedad.

El concepto de lo mío es necesario como herramienta de respeto social dentro de las reglas de grupo que nos imponemos por consenso. Pero el concepto de lo nuestro es aquél que aunando una parte de los míos de todos los ciudadanos, es aceptado por todos como necesario, como valor a preservar y a transmitir a las generaciones siguientes y en este sentido, sí que nos convertimos obligatoriamente en conservadores fehacientes y vehementes. ¿ Cómo es posible que ningún grupo político en España sea capaz de hacer planteamientos en este sentido?

Nuestro gran problema como país radica en nuestra permisibilidad en la cesión de lo nuestro, porque no sabemos qué es nuestro. 40 años de dictadura hicieron más daño moral y en el pensamiento de los ciudadanos que la propia guerra civil. Con la dictadura se impidió el pensamiento encontrado y opuesto y la definición de lo nuestro como contra pulso de la escala de valores de la pluralidad de los ciudadanos.
Pero ahora llevamos 40 años de democracia, y sin embargo, seguimos igual sin plantearnos ni los ciudadanos ni las fuerzas políticas que operan en el panorama español en la definición de sociedad, cuando es ésta la que realmente marca el camino de todo lo demás.

¿ Cómo vamos a plantear una opción económica si no sabemos cuál es nuestra opción de construcción social? Estamos dando vueltas y más vueltas, despilfarrando recursos y malgastando tiempo y mucho dinero en supuestos sin saber a dónde ir, ni como país, ni como sociedad, ni como pueblo.

Los políticos que tienen la obligación de hacer un planteamiento estratégico a la sociedad, han desaparecido del largo plazo y se encuentran absortos y medio ciegos en el corto plazo.

Me preocupo de a dónde voy a ir el próximo fin de semana y me preocupo muy poco de a dónde voy como ciudadano. ¿Cual es mi grupo social?: ¿Mi barrio? ¿ Mi colectivo profesional? ¿ Mi actividad con la que me gano la vida o con la que quiero ganármela? ¿Qué camino quiero que siga mi país en los próximos 25 o 50 años? ¿Dónde quiero que esté en lo social, en lo político, en lo económico, en lo energético, en infraestructuras, en moral, en educación, en ecología, en el mundo ...?
¿ Qué grupo de control social me plantea un organigrama, un plan estratégico, unas opciones, ....algo mas allá de una legislatura, de un semestre, de un ejercicio económico?

Es necesario tomar las riendas del país. Tomar el control del país. No solamente económico, sino también social. Sin esto, España seguirá en desmantelamiento social, político y estructural a la que seguirán muchos países de la Unión Europea porque los ciudadanos no quieren este modelo de representación política.



Nuestra actividad socio liberal es permanente, lenta pero sin parar y continuamos convenciendo a personas con ganas de cambiar nuestra sociedad hacia un modelo socio liberal. Necesitamos convencer a más personas para dar el salto de apertura total a la sociedad en general.

Este blog que nació humildemente a finales de 2011, lleva más de 5.165 pinchazos en varios países lo que supone un crecimiento en estos últimos meses en los que prácticamente no hemos tenido actividad en el blog, de más de de un 18% respecto a la última medición.

El 52% de los pinchazos son desde España. Le siguen EEUU con un 16%. Luego hay varios países sudamericanos que comparten entre un 3% y un 5% (Argentina y Chile principalmente seguidos de Méjico y Colombia) a los que enviamos un fuerte abrazo y agradecemos los correos que nos envían solicitando información acerca del socioliberalismo. A continuación están Alemania, Rusia e Inglaterra como principales pinchazos europeos. Y de manera marginal están China, Japón y Corea.

iniciativas@socioliberales.com

viernes, 6 de junio de 2014

ABDICACIÓN


La sorpresa del momento es sin duda el anuncio de D. Juan Carlos I de abdicar en su hijo el príncipe Felipe.

Todos vemos a un monarca cansado, falto de reflejos y desde luego no en su mejor momento, aunque los que quieren poner la corrupción como causa del abandono, no vean que no tenemos un monarca corrupto, sino que aprovechando los privilegios monárquicos, algún corrupto se ha intentado aprovechar. Esto es tan viejo como la historia del propio hombre. Pasó, pasa y pasará siempre. Lo verdaderamente importante es que cuando ocurra, el sistema sea capaz de detectarlo y ponga fin a tan dañina costumbre.

Las razones dadas son suyas evidentemente y solo puede abdicar quien tiene el derecho a hacerlo. Por muchas que fueron las voces que intentaron tambalear la figura de D. Juan Carlos, estoy seguro de que no fueron suficientes por si solas para doblegar toda una vida de entrega, y solamente una serie de factores conjuntos y ajenos junto al ineludible paso del tiempo, inclinaron tal decisión.

El primer sentimiento que me viene a la memoria tras conocer la noticia es el tiempo transcurrido.

Yo crecí con D. Juan Carlos. No conocí a otro jefe de Estado. Bueno si lo conocí, pero no tengo consciencia de haberlo hecho.
Siendo un crio fui a verle en una de sus visitas a una fábrica cercana y estreché aquella mano, encaramado a un muro entre guardaespaldas sin saber muy bien que hacía yo allí. Era la novedad. Era lo máximo del entonces. Era un orgullo para el pueblo. Ver de cerca al rey. Un señor sonriente de traje caro rodeado de mucha gente importante y de muchos policías. Esa fue la visión de un niño de unos diez doce años.

Con el paso del tiempo hubo muchas imágenes televisivas y de revista. El creció como rey en la misma medida que lo hice yo como hombre. El en su sitio y yo en el mío lógicamente. Pero siempre estaba. Sabíamos que estaba.
Y ahora se va.
Nos dice que se aparta de la primera línea de la pelea porque está cansado. Que su esqueleto no puede con todo el quehacer de este país. Que es necesaria sangre joven. Yo creo que se reina con la cabeza no con las piernas. Y la suya todavía aguanta seguro muchos envites.



Tengo buenos amigos republicanos que añoran la tercera república. Desconozco por qué lo hacen porque son de mi edad y no comprendo cómo puedes añorar algo que no has conocido.

La república ciertamente es una forma de gobierno tan válida como cualquier otra. Y tan cierto como que la segunda fue frustrada de forma violenta en 1936, lo es el que en 1978 el 58.97% del censo electoral acudió libremente a votar,  y de forma mayoritaria con el 87,78 % aprobó que queríamos una monarquía parlamentaria, que querían nuestra actual Constitución.

Por tanto, ¿qué tiene mayor validez, la república votada anterior a Franco o la actual forma de gobierno ampliamente votada y aprobada por una gran mayoría ?

¿Por qué un referéndum vale más que el otro?

Mis amigos republicanos mantienen que la votación del 78 fue condicionada a una alternativa entre dictadura o esta democracia y no otra, por lo que no fue un referéndum libre y que ahora, con casi cuarenta años de democracia, la sociedad está mucho más madura y debería de votar con absoluta libertad y mayor conocimiento de causa. Bueno, ciertamente es un razonamiento, está claro. Y hay que reconocerles que hoy tenemos más experiencia y conocimiento democrático, y mayor tranquilidad gracias al bienestar de estos años,  para reflexionar sobre las distintas opciones de forma de gobierno.

Pero yo les planteo una duda similar y de sentido contrario: Ni ellos ni yo votamos en aquellas elecciones, pero sí lo hicieron nuestros anteriores: padres y abuelos. Y la reflexión que yo les hago es por qué nuestro voto actual sería más importante que el de nuestros anteriores, o viceversa, por qué el de ellos fue de inferior categoría que el que podamos emitir ahora.
Podían haberse quedado en casa y no ir a votar. O también podían haber votado que no querían esta forma de gobierno. Pero no. Fueron a votar con absoluta libertad y de forma mayoritaria contestaron SI a la pregunta ¿Aprueba el proyecto de Constitución?

Aquél proyecto de Constitución de color marrón y blanco que se repartió gratuitamente por los colegios (al menos en el mío en Asturias),  y que durante varias semanas todos los días leíamos un artículo que era explicado por los maestros. Desde luego que éramos muy niños, pero intentábamos comprender cuál era el significado de aquél texto y recuerdo que se hablaba en nuestras casas luego de aquello, y aunque el grado de escolarización en la población en general en toda España no era ni mucho menos el más deseable, todo el mundo que quiso, en mayor o menor medida sabía de la importancia de aquel referéndum y lo que podría significar. Y utilizo el tiempo condicional porque al igual que hoy, nadie sabe predecir el futuro, pero las sensaciones de 1978 fueron buenas y nuestros anteriores así lo entendieron y apostaron por él.

Las condiciones de hoy, aún con un presente social convulso y muy quebrantado, también tienen futuro y nosotros, los ciudadanos que tenemos la capacidad de decisión, somos los que podemos cambiar las cosas bien, muy bien, mal o rematadamente mal. Y hagamos lo que hagamos, en nuestro presente, lo disfrutarán o lo lamentarán nuestros hijos y nuestros nietos.

Por lo dicho, no nos creamos más importantes que ellos, nuestros anteriores. No lo somos ni en mayor ni en menor medida. Somos exactamente iguales frente a los retos. Jugamos el partido en el momento que nos toca, con las herramientas que tenemos en nuestro tiempo y que somos capaces de fabricar. Nuestras decisiones como individuos, condicionan nuestro entorno y en consecuencia al conjunto de nuestra sociedad.

Las condiciones democráticas en las que se aprobaron las repúblicas dejaron mucho que desear. No votó todo el que quiso y las herramientas para la manipulación fueron notables, con lo que el argumento de que la democracia pre franquista tiene un plus sobre la post franquista, no es cierto. Y de la valoración técnica, saben mucho nuestros historiadores.

Nuestros anteriores votaron en conciencia en las condiciones que su entorno, su nivel cultural y su economía les permitieron y tan anteriores fueron los pre franquistas como los post franquistas. Y aún más, técnicamente desde el punto de vista democrático, la valoración que pudieron tener los ciudadanos de lo que realmente estaban haciendo, que comenzaban a ser ciudadanos por aquél entonces en 1978, fue muy superior al grado de conocimiento de las votaciones pre franquistas.

A mi planteamiento me responden mis amigos republicanos que no hay que mezclar las cosas.

Exactamente. Estoy absolutamente de acuerdo con ellos. En el pueblo en el que me crié, entre 1931 y 1936 asesinaron a muchos. Y entre 1936 al 39 al resto de los que quedaron. Soy como muchos compatriotas nuestros, nieto de un socialista, sobrino de un sindicalista de la UGT, nieto de un falangista e hijo de un franquista y una roja. Conozco las historias de los dos bandos. Sé como vivieron, las palizas y el hambre que llevaron los que evitaron el fusilamiento, los que lloraron a los fusilados como mi tío abuelo Julio “El Ferre” sin saber dónde descansa, las historias de mi madre cuando comían en los comedores sociales lentejas “rellenas de bichos” y mis abuelos maternos mendigaban para comer mientras los paternos tenían casa, ganado, trabajo, estudios y oportunidades. Conozco la historia de cómo una parte de la familia de mi abuela materna perdió todas las fincas heredadas de su abuelo, levantadas sin miramientos por la parte de la familia del bando nacional.

Y de todo aquello que me contaron, que investigué y que escuché de unos y de otros en el pueblo, de todo, me quedo con lo mejor. Solamente con una conversación entre mi abuelo el socialista y su amigo Cándido, sargento republicano exiliado en Francia hasta el 78 cuando los dos hacia 1982, ya con sus canas y achaques cerca del cementerio, concluían tristemente: “No mereció la pena. Perdimos todos. Esta guerra la perdimos todos”.

Y es cierto, no debemos de mezclar las cosas. Podemos mirar atrás con los ojos de no sé qué recelo ancestral de añoranza de una república que fue´, existió, duró y murió. También podemos mirar atrás con la añoranza de un estado de control, oscuro, necio, rancio y despreciable que al igual que la república fue, existió, duró y murió.

Pero de este tiempo pasado nuestro, mirado con los ojos que queramos, solamente podemos maldecir, despreciar y no olvidar nunca, nunca jamás a los nefastos políticos que con su sin razón, egoísmo, absolutismo, necedad, pobreza de miras, insolidaridad y poca inteligencia, con la zafia utilización del ruido de la incultura, llevaron a España al mayor de sus desastres en el que perdimos todos los españoles. No hubo ni vencedores ni vencidos. Solamente hubo daño al pueblo. Fractura en la sociedad. Dolor. Incultura. Un color: el negro en sus más variadas gamas. Pero no ganó nadie. Ni los que presumieron de ganar supieron disfrutar del botín más allá de una vida llena de placeres pobres de duración determinada, ni obviamente los que perdieron pudieron soltar el lastre de tanto dolor.

Yo no tengo que vengar a nadie. La venganza es un sentimiento que empobrece el alma de quienes la sufren y ya hubo bastante sufrimiento en este país como para generar más. Quiero pensar en mis hijas, en mi barrio, en mi pueblo, en mi ciudad y en mi país, en el mundo que conocemos y lo que yo puedo hacer hoy para mejorar a los que me rodean y en cómo puedo cambiar las cosas para que el futuro sea mejor que el presente.

Y lo que mis amigos republicanos dicen respecto de que hoy tenemos mayor libertad y conocimiento de causa, lo pongo mucho en duda. Cualquier discurso político de hoy es exacto a los discursos de políticos de los años 30. Tenemos las mejores generaciones de toda la historia de España en cuanto a formación universitaria, y podemos tener muchísimo mejor formados a nuestros técnicos tanto presentes como futuros. Sin embargo,  tenemos los mismos políticos que en los años 30. Exactos. Clavados. No han evolucionado en posturas ni discurso desde que finalizó la transición,  y han retornado 80 años atrás en posturas y planteamientos. La diferencia estriba en que la sociedad pre franquista no tenía en general mucho que perder y en la actual, todos tenemos un poquito o un mucho que perder. Pero a pesar de esto, tampoco se mueve.

La estrategia de los generadores de este sistema corrupto que hemos permitido nada tiene que ver con monarquía ni con república. Tiene que ver con sociedad. Con apatía social, con dejación de funciones del pueblo. La desorganización civil de los ciudadanos de a pié, desencadenó la permisibilidad del poder. No se trata de una lucha de clases. Ya no. Se trata de una lucha de valores: los del respeto al prójimo, los de la generación de riqueza individual y oportunidades en equidad y solidaridad racional para garantizar los mínimos, los de la separación de poderes.

Nosotros podemos cambiar el futuro, pero no el pasado. ¡Pues cambiemos el futuro pensando en lo que aprendemos del pasado¡

Personalmente yo no soy monárquico. Estoy convencido de que la suerte de cuna o de cama no condicionan la grandeza de un hombre, sea este del sexo que sea. Por tanto,  no voy a romper una flecha por la monarquía en general como institución necesaria para la estabilidad de un estado. Ningún hombre por el hecho de serlo es superior a otro tanto como para rendirle pleitesía obligada. La pleitesía ha de ser ganada, voluntaria en la donación y agradecida en la recepción.

La vieja y tradicional estructura de la monarquía, se apartó de la necesidad del hombre social con la llegada de la ilustración y del capitalismo. Con la primera,  el hombre individual comprendió junto con la ciencia,  que el comportamiento del hombre con sus semejantes sigue pautas científicas que explican en gran parte lo divino y casi todo lo humano. Con el capitalismo, el hombre comprendió que vale tanto como tiene,  y que este rasgo diferenciador es el que le marca la pleitesía de los demás. La monarquía al igual que la iglesia tiene que evolucionar con los tiempos y el pensamiento de los ciudadanos con los que se funde.
De la misma manera que la iglesia cristiana comprendió que Dios no está situado por encima del hombre, sino que forma parte de este en un mismo plano complementando las imperfecciones humanas en lo desconocido, y hoy se integra en la sociedad con respeto y humildad de pensamiento, las monarquías cuando existen, tienen que entender que su papel tradicional ya no tiene sentido,  y han de buscar una función de complemento útil a la sociedad en la que se integran, como un elemento más de entre los generadores de estabilidad dentro del organigrama de la herramienta social definida por el pueblo.

El fin,  es transformar el ideal conservador tradicional de transmisión de valores sociales propios de la monarquía, en la obtención de utilidad social actual por formación, tradición y evaluación permanente, que definan nuevos valores en plena y consciente fusión con el sistema de gestión social elegido en libertad.

Por eso no soy monárquico, pero si Juancarlista. Tampoco soy republicano aunque les duela a mis amigos. Soy presidencialista. Opción en la que un individuo de entre el grupo surge por mérito propio entre sus semejantes,  y es elegido por éstos durante un tiempo concreto para dirigir a la sociedad a la que pertenece.

Y en consonancia con lo dicho, respeto por dos motivos, la decisión de mis anteriores cuando decidieron aceptar como opción de gestión social a la monarquía parlamentaria: El primero es que vista con perspectiva, la monarquía parlamentaria se parece mucho a un estado presidencialista. El monarca tiene un papel definido por Ley y controlado por Ley que emana del pueblo. Y ha de ser vulnerable a la Ley del pueblo.
El segundo, es que aunque D. Juan Carlos I fue preparado y propuesto por el dictador, fue ratificado libremente por el pueblo soberano y durante toda su existencia como político activo, mostró respeto por el pueblo hasta el día de hoy, en el que, estando convencido de que el pueblo ya no le quiere, y que no lo puede dirigir, se aparta para no ser un estorbo. Y eso incrementa su mérito. Por lo tanto nuestros anteriores no se han equivocado tanto.

Para adaptar la actual monarquía a la demanda del pueblo, solamente habría que definir qué papel activo puede desempeñar la monarquía como herramienta de gestión social, o dicho de otra manera, cómo trabaja la monarquía en el mantenimiento y la construcción social, máxime ahora que dicha profesión se ha popularizado. Y parece claro que la función del rey habrá de estar ligada al Ministerio de Defensa como jefe militar supremo,  y al de de Asuntos Exteriores como órgano o staff independiente ostentando la máxima representación del Estado. Además de representar protocolariamente los distintos órganos que por consenso se hubieren de incluir en las funciones.

Un rey moderno no nace. Se hace y cumple una función útil a la sociedad. En su hacienda ha de ser el más humilde de los humildes ganándose el respeto y la admiración de los demás con el paso del tiempo por medio del trabajo, el estudio, el trato igual, el roce, la solidaridad. Por este motivo los descendientes llamados a desempeñar dicha labor como príncipe o princesa, dependerían de la Presidencia con la cualidad de infantes por medio de un organismo que se encargaría de la formación adecuada para las funciones de rey. Finalizada la formación a su mayoría de edad, (aunque yo propondría que fuera a los 21 años) deberían hacer acto público de compromiso con el pueblo español, de respeto a la Ley y a los valores establecidos y demás que por consenso se estableciesen, siendo proclamados en este acto príncipe o princesa heredera. A partir de este momento, iniciaría su labor social para la que fue “ contratado/a de por vida”. Se encargaría de valorar la cohesión interterritorial nacional con emisión de estudio anual conjuntamente con el defensor del pueblo sobre las necesidades mostradas por los ciudadanos, los objetivos marcados por la sociedad de hacia donde debería de encaminarse el país en un horizonte del medio y largo plazo entre las demás funciones, que el consenso y el protocolo establecieren. Todo ello con absoluta transparencia presupuestaria institucional que no personal, de la misma manera que cualquier otro trabajador público.

En la labor de modificación de la sociedad presente y futura tan ingente y profunda que tenemos por delante en España, espero que un partido político defienda el pensamiento socio liberal y que sea este partido socio liberal,  cabeza y motor de este cambio, ayudando al nuevo Rey en la mejora de la sociedad española y las demás sociedades  amigas como las iberoamericanas. Con un programa basado en el control presupuestario, la financiación adecuada, la eliminación de estructuras de Estado absolutamente inútiles con un coste totalmente desproporcionado, con la redacción de un único estatuto de autonomía que regule a todas las comunidades regionales por igual, en el que las competencias propias del Estado sean asumidas sin renuncia por el gobierno central : Hacienda pública justa y equilibrada, educación obligatoria hasta los 21 años de edad, Justicia independiente en igualdad de trato y condición para todos los ciudadanos,  y seguridad. En el que los impuestos sean reducidos, redefinidos y adaptados a la verdadera capacidad de renta de los españoles y a las necesidades del pueblo y no de los gobernantes. En el que los parlamentos regionales desaparezcan y se fusionen en el senado. En el que convenzamos a nuestros socios europeos de que la moneda única no puede ser el enemigo de los ciudadanos europeos, de que la producción tiene que volver a Europa y que los mercados tienen que ser abiertos a nivel mundial en función de las igualdades económicas y sociales que existan entre los países socialmente estables, y con respeto a los principios universales aceptados por consenso entre las naciones. Este partido debe de existir, y si la financiación se obtiene, estará. Y seguro que con gran éxito.

Pero como ya mostré soy Juancarlista, y en estos momentos como medio de expresión por la labor realizada, solamente puedo decir
D. Juan Carlos I y Dña. Sofía Reyes de España, muchas, muchas gracias.


Jesús Mª González-Prieto.

miércoles, 14 de mayo de 2014

A PROPÓSITO DE

Los cambios sociales verdaderos no se inician con la violencia, sino con el convencimiento. La venganza personal es otra cosa que nada tiene que ver con las revoluciones sociales.







jueves, 27 de marzo de 2014

NUESTRA PROPUESTA DE LETRA PARA EL HIMNO NACIONAL

ESPAÑA, ESPAÑA
Unida a una bandera
Bajo un mismo fin
De paz y libertad.

ESPAÑA, ESPAÑA
Sus pueblos y ciudades
Luchan por unir
Su historia en hermandad

Viva la patria
Que un día vivió
La gloria de la unión
Que a España el Rey le dio.

Viva la patria
Que un día soñó
Su lengua universal
Camino de igualdad

ESPAÑA, ESPAÑA
Un reino que en el mundo
Causa admiración
Respeto y emoción

ESPAÑA, ESPAÑA
Que luce en su bandera
Su Constitución
De orgullosa Nación

Viva la patria
Que un día creyó
En el logro de la paz
Y el hombre en libertad.

Viva la patria
Que un día amó
La solidaridad
Del pueblo unido en paz.

jueves, 16 de enero de 2014

SEGUIMOS TRABAJANDO PARA MEJORAR LA SOCIEDAD

Nuestros próximos trabajos:

SOCIOLIBERALISMO: UN ENFOQUE HISTÓRICO
Y
EL ESTADO DEL BIENESTAR: ¿HASTA DÓNDE LLEGA?

iniciativas@socioliberales.com

domingo, 5 de enero de 2014

NACIONALISMOS: EL MAYOR ENEMIGO DE SU PUEBLO.


A medida que avanza el capitalismo y la democracia, el viejo conservadurismo deriva en el radicalismo, basándose en la restauración del pasado. La tendencia política que busca el conservadurismo se apoya numerosas veces solamente, en una parte del pasado: aquélla que se identifica con sus propias creencias, olvidando el contexto y el resto de variables negativas que podrían desfigurar el ideal de conservadurismo buscado.

¿Qué representa el conservadurismo?: Jerarquía, aristocracia, prioridad de lo colectivo mal llamado estado y que éste predomine sobre el individuo dando una excesiva importancia de los principios sagrados.

“La tradición no es nunca estática y necesita una corrección permanente o reforma que la equilibre: Un estado sin los medios para hacer estos cambios carece de los medios para su conservación” ( Edmund Burke: The Political Philosophy of Edmund Burke un análisis realizado por Iain Hampshewr- MOnk 1987). Sin embargo, la mirada hacia adelante debe partir siempre de una mirada hacia atrás: “Quienes nunca miran hacia sus antepasados, nunca mirarán hacia la posteridad” (Anthony Giddins 1994)
La innovación sin reflexión, al contrario que la reforma, es peligrosa porque no hace caso de la asombrosa sabiduría contenida en las instituciones que han resistido el paso del tiempo. La furia y el frenesí de los cambios radicales pueden derribar en media hora lo que la prudencia, la deliberación y la previsión construyeron durante más de cien años.

La idea de que el individuo y los derechos individuales deben de ser valores fundamentales a preservar, no cala en el ideal del conservadurismo. Para éstos, el individualismo o la idea de que el estado se basa en un contrato con el individuo (teoría Roussiana) , son ambas, una verdadera insensatez. Para los conservadores, la sociedad es una asociación no solamente entre los vivos de la época sino entre quienes están muertos y quienes están por nacer. Por este motivo los valores defendidos tienen que ser preservados y la democracia traiciona esta relación asociativa, toda vez que democracia es equivalente a libertad individual.

Sin embargo nuestra historia reciente nos dice que el viejo conservadurismo ha muerto porque las formas sociales que pretendía defender han cambiado al unísono con la evolución en el pensamiento del propio hombre. Todos los intentos de volver al conservadurismo derivaron primero en un nacionalismo que promulga los estados independientes ( Mazzini 1805-1872, a raíz de su análisis sobre la caída de los imperios turco, austrohúngaro y ruso) derivando después en una línea de pensamiento fascista que acabó destruyendo la sociedad que pretendía preservar convirtiendo en enemigos a todas las demás sociedades que se relacionaban con la primera ( nacionalsocialismo, y su deriva nazi).

El conservadurismo actual, no pretende que la propiedad o las formas de jerarquía se mantengan ligadas a la nobleza como antaño. Hoy en día el conservadurismo se ha conciliado con la democracia, incluso en algunos casos se han convertido en sus más fieles defensores. Sobremanera cuando ésta es una herramienta útil a sus pretensiones. “La jerarquía en estos casos se basa en la aptitud heredada para ejercer el mando”, mediante la defensa de una clase política que se cree con cualidades distintivas para gobernar y perpetuarse en el poder.

Sin embargo es clara la aplicación de la metáfora de Karl Marx de que “ Todo lo que es sólido, se funde en el aire”, toda vez que todo principio en el que se basa cualquier línea de pensamiento, incluido el conservadurismo ha de adaptarse a los tiempos y ha de evolucionar en la misma medida que el propio hombre individual y social, dejando de ser sólido para convertirse en permeable y por tanto maleable socialmente y contaminado a la postre, perdiendo así su solidez antigua y adquiriendo la posibilidad de solidificarse en un futuro temporal de otra manera.

El conservadurismo busca tres pilares básicos para su justificación y permanencia: la autoridad, la lealtad y la tradición. Sin estos tres objetivos, no se mantiene en el tiempo y por tanto, no consigue alcanzar el estado de “principio sagrado a perpetuar”.

La autoridad la consigue creando las instituciones necesarias ligadas al propio conservadurismo y divulgando por todos los medios a su alcance las “cualidades trascendentes” de dichas instituciones.

La lealtad la consigue por la propia autoridad. La lealtad expresa el carácter orgánico de la sociedad ya que los seres humanos son capaces de actuar como individuos sólo porque pueden identificarse con colectivos mayores que ellos, colectivos que son específicos y que poseen un carácter histórico concreto: nuestro país, nuestra historia, nuestra forma de vida. Esta lealtad surge como expresión de lo que es social y moralmente trascendente según su patrón de actuación. Y esta trascendencia constituye también el núcleo de la tradición, tradición que se refiere a las costumbres y ritos mediante los que el pasado se confunde con lo presente. Las tradiciones relacionan la lealtad con la autoridad y acumulan los aciertos y errores de las generaciones anteriores.

Políticamente el estado nacionalista fusiona la autoridad, con la lealtad y la tradición con el fin de definir al individuo como súbdito desposeído de la curiosidad de la racionalización individual, pues ésta, en caso de desarrollarse de manera aislada, confrontaría los principios conservadores creando un conflicto entre el estado, los valores que promulga y la lealtad.
Las nuevas generaciones educadas en el sistema creado y ya desarrollado, alimentan al propio sistema haciéndolo más fuerte, hasta el punto que el propio sistema se convierte en un principio básico irrenunciable que hay que defender, a cualquier precio.

Económicamente, el estado nacionalista está necesitado de financiar de manera permanente la estructura de la autoridad, pues de los tres, es el objetivo básico que configura a los otros dos y sin el cual, los otros no se desarrollan. Para ello crea una red de dependencias económicas orgánicas tanto verticales como horizontales capaces de generar los recursos suficientes para sostener el sistema. Esta gran burocratización en una democracia, solamente se consigue cuando no existen otras fuerzas políticas que la contrarresten en sus mismos principios, es decir, en la autoridad, pero una vez creada la red, el sistema en el tiempo se vuelve vulnerable por la gran interdependencia que afronta a las fuerzas del propio sistema, lo que provoca tensiones que derivan en rupturas por la pérdida de transferencia de los valores que habían configurado inicialmente el propio sistema. Es decir, el sistema sociopolítico se convierte en un simple sistema de subsistencia económica, lo que genera a su vez puntos débiles en la fusión descrita de autoridad, lealtad y tradición o lo que es lo mismo, los propios nacionalistas se convierten en sus peores enemigos.




Para combatir los nacionalismos es necesario tener muy claro cuáles son los puntos débiles del sistema creado: su economía y el tiempo.
Atacando su economía durante un largo periodo de tiempo, el sistema una vez finalizados sus recursos, se vuelve inestable. La tradición pasa a un segundo término al desarrollarse con más intensidad la valoración individual que la colectiva ( primer enemigo del conservadurismo). Cuando el individuo empieza a pensar en sí mismo como objeto de desgracias, se vuelve directamente contra su entorno inmediato, con lo que la autoridad basada en la lealtad y en la tradición se van desmoronando.

Una vez que la lealtad ha sido cuestionada, en ese momento el individuo ya no actúa como un colectivo sino que empieza a mirar más allá de la autoridad existente y busca una autoridad superior que le elimine sus desgracias. Esta táctica mantenida en el tiempo consigue romper por completo el sistema que no puede sostenerse financieramente y que aunque al principio defina como enemigos a todos los que puedan interactuar con él con el fin de justificar su existencia, acaba por desmoronarse solo . En ese momento, es cuando tiene que existir un sistema democrático más fuerte y financieramente sostenible que ofrezca a los individuos un nuevo sistema basado en autoridad y tradición. Tradición diferente de la existente hasta ese momento con el sistema anterior pero que necesariamente tiene que tener elementos comunes con el antiguo pues de carecer de ellos, no se establecería la identificación de los individuos. Una vez establecidos los pilares del nuevo sistema (autoridad, financiación y tradición ) la lealtad llega por sí sola. Es cuestión de tiempo.

Lectura: Anthony Giddins : Beyond Left and Right: The future of radical politics- 1994-. Anthony Giddins es un magnífico investigador y analista social con mucha experiencia en el análisis de los movimientos sociales en todo el mundo que, si bien no desarrolla el socioliberalismo, su lectura es básica para entender el mundo sociopolítico actual.