“En el nombre
de Dios, el Clemente, el Misericordioso
¿Ha alcanzado
al hombre un periodo de tiempo en que no hubiese nada mencionado?
Nos hemos
creado al hombre de una gota de esperma, de mezclas. Le probaremos, puesto que
le hemos hecho oyente, vidente.
Nos hemos
conducido a la senda, sea reconocido o incrédulo.
Para los
incrédulos hemos preparado cadenas, argollas y fuego.
Para los
puros beberán de un caso en cuya mezcla habrá alcanfor, de una fuente en la que
beberán los servidores de Dios. Conducirán sus aguas donde quieran.
En la vida
mundanal eran fieles a sus votos, temían el día cuyo daño había de ser inmenso.”
El
Hombre. – Azora LXXVI
Siglo XXI:
¿Pueden el raciocinio y la ciencia
subordinarse al contenido de los textos antiguos de las distintas religiones?
¿Podemos como hombres libres aceptar una nueva
inquisición ofreciendo simplemente la otra mejilla?
¿Hasta qué límite la libertad individual
permite que el miedo a la muerte violenta doblegue a la libertad colectiva sin la
defensa a muerte del pensamiento destructivo?
Solamente la ciencia y la ilustración
pudieron con la Inquisición. Muerte y barbarie bajo la ignorancia teñida de religión.
Ningún Dios está por encima del
hombre. Todos los Dioses están al lado del hombre, complementando su pequeñez
frente al Universo.
Solamente los necios e ignorantes
creen entender en la palabra escrita, el fiel reflejo de su existencia, sin
comprender que el mayor error es olvidar que no estamos solos en el mundo. Que
nuestros distintos somos nosotros mismos en el espejo de nuestra otra
existencia.
No existe hombre tan poderoso que
no subyugue ante la naturaleza humana, pero solamente los ignorantes se creen
por encima del resto de los hombres, y
sucumben de igual manera ante la propia vida: nacemos, vivimos y morimos.
Caminamos juntos hacia una raza
única que veremos en cientos de años, pocos miles tal vez. Pero siempre habrá
un violento que hará llorar a unos muchos. El éxito se alcanzará el día en que
los violentos estén solos, sean un único y los muchos no lloren al único.
Las llamadas civilizaciones ya no
existen. Ya no es posible ninguna alianza con nadie que sea único. Solo la vida
o la muerte. Matar o morir. Es la guerra. No la guerra del hombre contra el
hombre, sino la guerra del hombre contra
el pensamiento, ya sea bueno o maligno. Para con el bueno encontraremos la paz, el desahogo, el hombre
mismo. Para con el maligno encontraremos la nada, el olvido, el nadie.
Hoy todos los hombres del mundo
tenemos que unirnos en la transformación intelectual de los textos religiosos
en textos de paz, de libertad, de unión. Todas las religiones del mundo
deberían unirse bajo las Naciones Unidas que representan el pensamiento bueno y
desterrar de la palabra escrita toda referencia a la violencia, al odio, al
daño, al dolor, a la desigualdad entre semejantes ya sean hombres o mujeres,
ancianos o niños, blancos, negros o amarillos.
La batalla contra la barbarie
necesita de un nuevo escenario que hoy nadie ha utilizado. La Ilustración
Religiosa. Es tiempo de nuevos textos, de nuevos libros, de nuevas escrituras,
de nuevas redacciones sin perder nuestras bases. Sin perder nuestra esencia. De nuevas escuelas de
pensamiento que liberen la religión de los yugos de su historia. De adaptar nuestra filosofía de vida
por medio de la palabra escrita llevada y ensalzada hacia un camino de paz. Es
tiempo de quemar los textos utilizados como escudos para la guerra, y redactar nuevos textos que sean utilizados
como escudos para la paz.
La religión no puede marcar el
camino del hombre hacia la guerra. La religión no puede ser el faro que lleve
al hombre a su destrucción. Hombre y mujer iguales, necesarios y complementarios.
La religión no puede estar representada en libros de odio, de barbarie, de
guerra, de misoginia, de violencia. Seguirá habiendo violentos, odiosos,
bárbaros, misóginos y guerreros, pero reflexionada la doctrina, todos ellos se
convertirán en un único que estará solo, en conversión hacia la nada.
Es estrictamente necesario para
la supervivencia de la humanidad, que desde
el mundo occidental invitemos al resto del mundo a cónclaves entorno a los
escritos religiosos, dotándolos de revisión y colocando el consenso de las creencias en el lugar del
universo que se identifica con el hombre del siglo XXI : Dios y el hombre en el
mismo plano como complemento el uno del otro en la lucha diaria por la
supervivencia humana.
Y aceptados los nuevos textos,
usos y costumbres por una mayoría mundial… Desterremos de una vez para siempre
la parte de nuestra historia que nos une al pasado oscuro y dejemos que cada
Dios sea el que represente al hombre en paz, y que cada hombre viva con la paz
de su Dios. Impongámonos como hombres libres el respeto ganado por nosotros
mismos, no solamente con la defensa de las armas, sino con el convencimiento intelectual
por medio de los nuevos textos.
Y que sea palabra de Dios y del hombre al mismo tiempo.
14/07/2016
Á nos amis
morts.
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